EL FIN DE SEMANA PERFECTO POR MIGUEL MARINERO

​Os invitamos a descubrir la entrevista a Miguel Marinero por Cristina Acebal, publicada en la revista Fuera de Serie, suplemento de El Mundo y Expansión el fin de semana.

¿Queréis saber sus planes favoritos cuando tiene tiempo libre? No te pierdas su lado más divertido!

Practica pesca de altura en el cantábrico, pasea los domingos por el Rastro y compra pantalones low cost. Este año le han nombrado embajador de Llanes porque el nombre de ese pueblo asturiano se le deshace en la boca. Y es el diseñador con más edad que desfila en la MBFW.
 
Los pequeños placeres son los que mejor me saben y la vida rural lo que mejor me sienta. Paso muchos fines de semana en Llanes, mi segunda casa. Allí practico la pesca de altura. Salgo con mi mujer, Inés y mis hijos, Gabriel, Nicolás e Inés en nuestro barco, el Nikones II. A 50 millas de la costa cantábrica pescamos bonitos. De 5 de la mañana a 9 de la noche. Volvemos agotados pero no cambio esa sensacion por nada. Partimos y congelamos los lomos para ir comiéndolo a lo largo del año. También nos encanta hacer la Ruta de los Colores del Valle Oscuro. Es una excursión muy recomendable que discurre por el valle de Carranzo. O juego al golf, que lo hago fatal ¡y eso que llevo 20 años dándole a la bola! Allí leo mucho, ahora “En tiempos de prodigios” escrito por Marta Rivera de la Cruz, clienta mía y escucho música de los 70, especialmente Pink Floid. Tengo más de 500 vinilos. A veces me da el punto y pongo a la Jurado a todo volumen. Mis restaurantes de referencia allí son: La Marina y Cuera, tienen un pescado buenísimo. Llevo a Llanes en el corazón, por eso creo que me han nombrado Embajador de Llanes 2019 y me siento muy honrado por ello.

Si estamos en Madrid, muchos sábados desayunamos Inés y yo en Cristina Oria que, hasta hace un mes que nos hemos mudado a Colón, estaba debajo de casa. Luego paseamos por los barrios de Las Letras, Salamanca y Justicia. Me voy fijando en los escaparates, edificios, balcones... Entramos en El Prado un rato, sin ansias porque al ser mayores de 65 nos sale muy barato y no tenemos necesidad de amortizar la entrada o me voy a comprar pantalones a Fernando de Cárcer que me quedan perfectos y son muy económicos o vaqueros a H&M que son los que mejor me sientan y cuestan 19,99 euros. Luego comemos en casa o en El Qüenco y es muy frecuente que los sábados vengan amigos a cenar a casa. En mi pandilla son todos más jóvenes que nosotros y no se dedican a la moda. Son muy pesados y siempre quieren que les haga marmita o ventresca, del bonito que pesco en el cantábrico y que voy descongelando o pote asturiano con berza. Así que es fácil. Solo salgo a comprar vino a Lavinia, queso gamoneo en Poncelet y algo de fruta en Gold Gourmet, la frutería de Platea, ¡sus uvas de moscatel son la bomba! Los domingos no perdono el Rastro. Me pierdo en la tienda vintage Castillo Encantado que tiene  bisutería de los 50, prendas de Pertegaz, Piña... o en Galerías Piquer viendo sus antigüedades. El apertivo me gusta tomarlo ya cerca de casa, en Quintín. Un vino blanco con un hielo y mortadela italiana.
​Los domingos vienen mis hijos a comer a casa, comemos, discutimos, planificamos viajes, escuchamos música (mi hijo Gabriel es músico y nos compone siempre la música para los desfiles) y, cuando por fin se van, me echo la siesta en el sofá. A veces saco mis trastos de pintar al óleo y me lío con algún retrato y a las ocho solemos bajar a misa, a la iglesia de La Concepción o a San Manuel y San Benito.
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Y la escapada que repito y repito y no me canso es a Marrakech. Un fin de semana allí no tiene precio. En la Medina compro botones, borlones, etc., para mis desfiles y en Au Fil d'Or, la tienda en la que compraba YSL, me compro unas chaquetas de algodón bordadas a mano que son increíbles. Me gusta comer en Dar Yacout, un restaurante muy refinado y exquisito y dormir en algún Riad o en La Mamounia.